viernes, 15 de agosto de 2014

Los anillos de Saturno - W. G. Sebald

Tenía por casa un par de libros de Winfried Georg Sebald, pero nunca me había decidido a leerlos. Unas veces por una razón otras por otra al final siempre en el último momento de la elección les adelantaban otras lecturas, pero en esta ocasión, cuando unos buenos amigos me regalaron para mi cumpleaños el libro Los anillos de Saturno, tuve claro que esa vez sí iba a realizar por fin mi primer acercamiento a los libros de Sebald.

Lo primero que puedo decir de Los anillos de Saturno es que sobre todo es un libro muy original, escrito con una pluma muy suelta, donde se mezclan la crónica de viaje, el diario, el ensayo, la historia e incluso la biografía. El hilo conductor es un recorrido a pie del autor alemán por el condado de Suffolk, al este de Inglaterra, durante el cual Sebald aprovecha para ir rememorando pequeños pasajes de la historia, algunos muy particulares y locales, relacionados con los lugares que va visitando.

Al mismo tiempo que Sebald nos va contando las historias, nos va  describiendo su particular punto de vista sobre las distintas situaciones y aspectos tan dispares como por ejemplo el cielo al declinar del día, o el servicio recibido en la recepción de una pensión.

En varias ocasiones durante la lectura del libro, Sebald nos muestra cómo las anécdotas y los detalles de la historia son, en muchas ocasiones, tan interesantes como la historia en mayúsculas.

Conforme el libro avanza, el lector, siguiendo los pasos peregrinos y aparentemente desprovistos de propósito del autor, va poco a poco asimilando un estado impropio o letárgico entre sueño y realidad. Las vivencias descritas en el libro lucen en su mayoría bajo la luz del sol, pero queda la sensación imprecisa de que el relato está desarrollado bajo techo, en la soledad de las habitaciones en las que el autor va instalándose en su itinerario, como suspendido en el tiempo sin tiempo, como una situación casi atemporal.

Uno avanza en la lectura y va comprendiendo que Sebald ya lo ha atrapado, y uno ya es un compañero fiel y silencioso que camina a su vera escuchando lo que la imaginación de Sebald, sea cual sea el pretexto, le va dictando. Se adentra en los capítulos expectante, no deseando un desenlace sino más bien por un nuevo inicio, una nueva pequeña historia contada con esa particular forma que tiene Sebald de contar las cosas, como si en realidad no las estuviera contando sino más bien pensando y nosotros leyendo su pensamiento.
 

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