lunes, 23 de abril de 2012

Hoy

Hoy es el día del libro, pero para mí, sobretodo, es el cumpleaños de mi hija, de mi Sofía. ¡Qué suerte nacer el día del libro! Hoy cumple seis años. Hay que ver cómo pasa el tiempo. Anoche, con las luces apagadas, tumbado en la cama, con los brazos detrás de la cabeza, mientras esperaba que el sueño apagara también las luces de mi mente, me preguntaba: ¿qué sería de mi hija, si aquella mañana de hace tantísimos años no llego a decidirme y acercarme a aquella joven de deliciosos ojos verdes, de inocente y tímida sonrisa, que hoy es mi esposa y madre de mis hijos, a preguntarle si quería ser mi novia?

¡Cómo pasa el tiempo! Esa debe ser una de las frases más repetidas de la historia de la humanidad, pero no por ello menos cierta. La vida sucede en un suspiro. Los días por venir son la posibilidad de un regalo, los vividos son un premio recibido, el presente es lo que sucede, la vida, ese limitado periodo de tiempo en el que nos toca actuar.

Entonces me acordé de un poema de Jaime Gil de Biedma. Una maravilla de poema que hoy regalo a mi niña y también a ustedes. ¿Y por qué no? ¡También a la vida! Que tanto da y tanto quita.

No volveré a ser joven

Que la vida iba en serio
uno lo empieza a comprender más tarde
-como todos los jóvenes, yo vine
a llevarme la vida por delante.

Dejar huella quería
y marcharme entre aplausos
-envejecer, morir, eran tan sólo
las dimensiones del teatro.

Pero ha pasado el tiempo
y la verdad desagradable asoma:
envejecer, morir,
es el único argumento de la obra.

Jaime Gil de Biedma

Sé que el poema puede sonar triste para un día tan feliz como el de hoy, pero es que me siento nostálgico. Nostálgico y feliz, que es algo así como un tener sentimientos agridulces. Debe ser esa fastidiosa forma de ser que tengo que me impide disfrutar plenamente de los días felices.

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